La sobreabundancia de discursos, el exceso de información a menudo manipulada, hacen necesaria la orientación del individuo en un mundo que sobreactúa y que, en consecuencia, provoca la mayor confusión. Es perentorio, pues, saber dónde estamos, preguntar por el camino más cabal, y es justo hacerlo a una «Filosofía para ubicarse», porque avisa del fraude que supone la ideología de la identidad e indica el lugar que debemos ocupar por el bien común, que es la razón última de la democracia, hoy amenazada.
Siglo XXI: filosofía para ubicarse
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