No es necesario ser ecologista para aquilatar el peligro que nos acecha a causa del calentamiento de la Tierra, ya sea por el grave problema climático o por la incontable masa de residuos que generamos.
Los síntomas de cansancio que muestra la naturaleza son un aviso que en ningún modo puede desoírse. Es necesaria una acción, que no tendrá efecto sin la urgencia de una crítica profunda, como la que aquí se propone, y una actuación política que obre en consecuencia ante la involución biológica a la que asistimos, causada por las sequías ya endémicas, la deforestación masiva, la desnaturalización de los fondos marinos y de los ríos, la sobreexplotación de la ganadería y la contaminación que impide el curso natural biológico.